lunes, 2 de julio de 2012

Iban oscuras, bajo la noche solitaria

Ibant obscuri sola sub nocte per umbram / 
Iban oscuros a través de la sombra, bajo la noche solitaria
Virgilio, Eneida VI, 268

Adaptación, resignación no resultarían lo valores humanos más tentadores en el momento de hacer literatura. Menos si nos alejamos del realismo socialista. Pero Sara Waters ha recogido el guante y se encarga de iluminar una vez más la historia de la Londres bombardeada en Ronda Nocturna. Iluminar, decía a fuerza de metralla pero también con las linternas de las mujeres que deciden salir a recorrer la ciudad por la noche (y llegamos a Rembrand) porque ya se están muriendo de deseo y, en esa situación, qué importa si suena la sirena y las encuentra un bombardeo en plena calle. Cuando parece que ya nada importa, porque los años de guerra hicieron perder todas las ilusiones, surge el amor (o el deseo) y eso abre un paréntesis provisorio para la muerte, que es factible pero deberá esperar.


La novela está inteligentemente armada sobre la retrospección. Desde las consecuencias en 1947 las historias avanzan retrocediendo y explicando causalmente lo ya planteado. La segunda parte plantea la desazón de una guerra que parece eternizarse y normaliza el hecho de posponer la noción de peligro ante la comodidad (no abandonar las camas ante la inminencia del bombardeo de cada noche) pero jamás dejar la copia única del manuscrito valioso en casa al salir, adelantándose a la posibilidad de que un bombardeo lo destruya. La tercera parte se retrotrae a la sorpresa de 1941, donde ya la guerra ha tomado cuerpo pero continúa sorprendiendo.


Es un lugar común pensar en el deseo como salvación cuando todo está (o parece) perdido, pero Sarah Waters hace acopio de este material y ofrece, entre otras cosas una de las escenas más romáticas y delicadas que leí en los últimos años. Trascribo aquí las tribulaciones previas al encuentro decisivo:



"¿Qué había entre ellas? Habían tomado el té juntas aquel día, delante de la estación de Marylebone. después habían explorado aquella casa de Bryanston Square, prácticamente en silencio. Más tarde, se habían vuelto a ver y habían tomado una copa en un pub; y un día soleado, a la hora del almuerzo, habían ido a Regent's Park y se habían sentado a la orilla del lago...
Era todo lo que habían hecho y, sin embargo, a Helen le parecía que aquellos encuentros superficiales habían transformado ligeramente el mundo. Se sentía unida a Julia como por un hilo fino y tembloroso. Podría haber cerrado los ojos y, con la punta del dedo, tocar el punto exacto del pecho en que el hilo penetraba delicadamente en su corazón y lo tironeaba." (pág. 391)











Cuatro historias, no todas de impronta lesbiana en una novela que, lamentablemente, sólo nos ofrece 573 páginas en la edición de Anagrama.

4 comentarios:

YO dijo...

Que le parece, Miss F, la adaptación que hizo la BBC de esta obra?? Beso!

Fiamma dijo...

No lo sabia! Ahora me pongo a buscarla. Lo que vi sobre "Fingersmith "y "Tipping the velvet" de velvet era precioso.
Gracias por el dato. Un beso.

Fiamma dijo...

YO: ¡encontramos la película y la bajamos! Preciosa.

YO dijo...

:-D Me alegro Miss F!! Un saludo "caluroso" a la flia!!