domingo, 24 de noviembre de 2013

Triple o mitad: las reglas de lo hiperreal

La muestra de Mueck ofrece y esconde rastros de vida. Quita el aire la "máscara" con la que uno se encuentra al entrar. Dicha máscara (hasta se ve que es hueca  y está en una escala que triplica el tamaño humano) pero esos poros son de piel humana, cada pelo de la barba forma una barba humana. Hace perder el norte del razonamiento porque sabemos que no es verdad, pero no nos podemos mover porque debemos esperar por regla tácita que abra los ojos y respire.

Del conjunto de las 9 obras expuestas todas sorprenden, algunas dejan perplejo: el hombre del bote está desnudo y tiene una exraña expresión (cabeza ladeada) de quien busca algo más allá de donde la vista permite ver, aunque no haya nada. Si el bebé que lleva la mujer en canguro es de ella, ella está recién parida. No debería llevar las dos enormes bolsas de plástico con las compras. Ella está a punto de llorar. O de darse cuenta de que su vida no puede seguir así. El muchacho negro mira con sorpresa que el puntazo de navaja que le dieron en el costado. Tiene la camiseta manchada de sangre, ahora ve la herida abierta. La pareja de ancianos se acomoda bajo  lo que creemos la sombra mínima de una sombrilla (¿él estará enfermo y será el último verano juntos?). Desde atrás se ve que la agarra cariñosamente de un brazo. Una mujer desnuda carga inútilmente un fardo de ramas que la duplica en tamaño (y ella tiene un tercio de nuestra altura) pero se ve claramente cada arañazo de las ramas en el abdomen, los muslos, los antebrazos. Una pareja de novios muy jóvenes: él parece acercarse confidencialmente; ella parece recostarse en él. Al mirar el conjunto desde atrás, vemos cómo él la obliga a la cercanía sujetándola de un brazo.

Todas las obras escapan a la escala humana, con la que plantean la apuesta de doble o mitad. Pero son humanamente hiperreales. La perfección de cada detalle copiado hasta la confusión del esto no puede no ser real. La segunda sorpresa, dado que cada personaje lleva su historia en la cara pero se ahorra las respuestas, es la pregunta que siembra: ¿por qué está sucediendo esto? Si bien esta forma de copia obsesiva de la realidad desconcierta con el uso de la escala, gana su mayor efecto de realidad en las historias que cada obra presenta.

Son fotos de las que circulan en internet. No se puede usar la cámara en Proa.


viernes, 15 de noviembre de 2013

Acerca de la estrechez del lenguaje

“Según mi experiencia, las emociones no pueden describirse con una sola palabra. Tristeza, alegría, remordimiento, esos términos no me dicen nada. La mejor prueba de que el lenguaje es patriarcal quizá sea que simplifica demasiado los sentimientos. Me gustaría tener a mi disposición emociones híbridas, complejas, construcciones germánicas encadenadas, como  la felicidad presente en la desgracia. O esta otra: la decepción de acostarse con las propias fantasías. Me gustaría mostrar la relación entre el presentimiento de la muerte suscitado por los ancianos de la familia y el odio por los espejos que se inicia en la madurez. Me gustaría hablar de la tristeza inspirada por los restaurantes malogrados (...). Nunca he encontrado palabras adecuadas para describir mi propia vida, y ahora que ya he entrado en mi historia es cuando más las necesito. Ya no me puedo quedar sentado a ver lo que pasa. A partir de ahora, todo lo que cuente estará teñido de la experiencia subjetiva de formar parte de los acontecimientos. Aquí es donde mi historia se divide, se escinde, sufre una meiosis. Noto más el peso del mundo, ahora que formo parte de él.”

Jeffrey Eugenides, Middlesex, pág. 279


Este autor fue mi lectura de casi todo el invierno. "La trama nupcial", "Las vírgenes suicidas" y luego este "Middlesex", obstaculizado por las obligaciones académicas. La novela es deliciosa, porque al pasar de generación en generación se van adorando cada uno de los miembros de la familia que se describen. Perdonamos el incesto, nos sentimos hermanadas con la recién casada, comprendemos la angustia del amante rechazado y somos, en definitiva, el protagonista que nació como mujer y se volvió ese varón tan atractivo con el correr de los años. 
Esta es otra de esas novelas-hogar, novelas-mundo que invitan a pasar una buena temporada en ellas.  
¿Cuáles son los sentimientos que describen un viernes como hoy? 
¿ICirculación adrenalínica frente al desafío y quieto resquemor a llegar fallidamente a nuestro límite
¿Confianza segura en la belleza del mundo pese a esa línea al costado del ojo derecho
¿Entrega al amor aunque 'esa' camiseta la quería estrenar yo
¿Absoluto compromiso con la tarea intelectual y clara preferencia a la procastinación con el blog?