Un beso a la hermana, otro a la prima.
Está la otra hermana con su marido y dos nenes.
Estamos nosotras con otros dos nenes.
Está la futura mamá gestante con dos nenes (pero todavía en la panza).
Está su novia, la mía. Paulita y su respectiva señora.
Cae un rato más tarde Moni, sin novia, esta vez, porque estaba lejos.
Llegan sobrinos y amigos de la familia.
Le cantamos el feliz cumpleaños a la homenajeada, que es la futura mamá gestante.
Se impone el chiste fácil en el momento de ofrecer tortas varias.
Hablamos de nuestras casas, de quienes se casan, de mudanzas, de nacimientos y vacaciones.
El must de la noche se vuelve llegar a poner la mano en la panza justo en el momento en el que los mellizos se estiren, fascinados por el chocolate que acaba de comer la mamá.
Elogiamos a Moni que me trajo un litro de precioso aceite de oliva.
Prometo comida casera a cambio de la panzada de sushi a la que nos invitaron el fin de semana pasado.
Me termino comiendo cada uno de los sándwichs de miga que los nenes (los nuestros) comenzaron a comer con un entusiasmo que desapareció en el momento en que notaron la berenjena o la anchoa.
Nos reímos y sacamos muchas fotos.
Imaginamos ya a los mellizos correteando y armamos futuros turnos de babysitting para que las madres puedan participar del fultbito de los jueves.
Una muestra de lo que sería nuestra bandera.