miércoles, 15 de julio de 2015

El libro del mal amor


Una de mis grandes contradicciones literarias es mi apasionamiento por la lectura de diarios intimos mezclada con el cargo de conciencia por fisgonear en el coto privado de la escritura ajena.
Entrar en esa escritura que no estaba destinada a ser leída me hace sentir el privilegio (claro, yo estoy conociendo más a ese personaje, yo estoy leyendo la cocina de su escritura) y, a la vez, un cierto tironcito de pudor por saber que eso no estaba destinado al ojo del gran público.
Hace unas pocas semanas, llegó a mis manos el primer volumen de los diarios de Susan Sontag. Lo leí de un saque, fascinada por saber que espiaba por el ojo de la cerradura. El editor, hijo de la autora, casi se justifica en el prefacio: presenta sus dudas e inseguridades en el momento de hacer público lo que su madre había mantenido como privado. La única certeza que lo lleva a la publicación es la siguiente:
"Lo que sí sé es que a mi madre, como lectora y escritora, le apasionaban los diarios y cartas... cuanto más íntimos mejor. Así que quizá la escritora Susan Sontag habría dado su aprobación a lo que he hecho. En todo caso, eso espero."

El texto presenta a una Sontag muy joven, a la que la vida universitaria hace salir al mundo adulto:
Quiero escribir -quiero vivir en un ambiente intelectual- quiero vivir en un centro cultural donde pueda escuchar mucha música. Todo esto y mucho más, pero... lo importante es que parece que no hay mejor profesión adaptada a mis necesidades que la docencia universitaria... 19/2/49

Pero por sobre todas las cosas, una Sontag atravesada por amores desparejos, unilaterales, dolorosos. Todas las relaciones con mujeres que aparecen en estas páginas son tormentosas y dejan el rastro humillado de compartir la cama con quien ya no la desea (y se lo hace saber).

Pobre eguito ¿cómo te sientes? No muy bien, me temo -algo magullado, adolorido, traumatizado. Oleadas ardientes de vergüenza y todo aquello. nunca me ilusioné con que ella estuviera enamorada de mí, pero sí supuse que yo le gustaba. 2/1/58

Su matrimonio con Philip Rieff tampoco escapó al signo del desamor:

Me caso con Philip con la plena conciencia + temor en mi voluntad de autodestrucción. 3/1/1951

Así como en "Treinta años después" revisa sus afirmaciones del célebre "Contra la intepretación", de la misma forma aquí aparecen sus enmiendas a las afimaciones radicales de la Susan joven, pero de todas formas, en ambas, se ve claramente cuál ha sido su norte en la vida: el afán por la felicidad y la voluntad de conocimiento.
Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

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