Viernes por la mañana. Camino sola hasta mi trabajo. Hay sol. Me gustaría tener algo de tiempo libre. Hay que tomar decisiones. Debo tomar decisiones. Debería parar un poco. Pero ya es viernes y necesariamente se frena la semana. Necesitaría escribir un paper, leer otros. Tengo que trabajar. Recién inicia este trimestre que ya está cerrando dentro de tan poco tiempo.
Hay poca gente por la calle. Es muy temprano. De repente cambia el ritmo de todo. Siento algo en la nariz y me da vértigo. I-bant-óbs-curi-só-lá-sub-nóc-teper-úm-bras. Algo no está en el eje correcto porque mi paso dejó de ir con el hexámetro. Recién dentro de algunos días debería ir al cine a ver esa película en la que la chica de muslos lindos flota en el espacio. Pero yo siento que ya voy flotando. Frente a mi veo una serie de cuadraditos en perfecta simetría que forman una baldosa áspera. Gráve-suáve-sínging-sílk. Hay algo extraño que me acelera el pulso. Y no es es el verso de Beckett.
- ¡ Cómo me va a doler esto!
Unico pensamiento antes de llegar cuan larga soy al piso.
No me equivoqué ni una pizca.
2 comentarios:
Un amigo mío decía: De tanto tropezar cada vez me caigo menos. Un sabio.
Mi dura confirmación también apuntala la frase de tu amigo.
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