Con mi amigo Mario sacábamos la cuenta: ¿hace cuántos años que vamos a la marcha? Nos plantamos en que, al menos, diez. Yo, casi segura de que 15.
Nunca vimos tanta gente. Cerca de las 7 de la tarde, cuando comenzó la marcha propiamente dicha, había suficiente cantidad de gente como para que la Plaza de Mayo estuviera poblada y las diez cuadras de Avenida de Mayo que la separan de Plaza Congreso estuviera repleta.
Nunca vimos tanta gente ni nunca se le dio menos trascendencia en los medios. El domingo por la mañana, cuando volvió la luz a nuestra casa (cortesía de Edesur después de la ola de calor del inicio de la semana y del temporal del viernes 9), lo primero que hicimos fue mirar un poco en Internet qué información habían levantado los diarios... La Nación se quedó en su obvio mutismo; Página 12, nada en la edición digital y una nota mínima en la impresa; Clarín, una nota poco representativa y torpemente colorida.
Nada por aquí, nada por allá.
Es claro que resulta difícil poder competir con las repercusiones del 8N, o la Noche de los Museos que se llevó adelante el mismo día (y resulta una propaganda tan efectista para el gobierno de la ciudad).
También es claro que ya nos podemos casar, podemos anotar a nuestros hijos como propios, podemos normalizar nuestro DNI de acuerdo con nuestra identidad de género. Nunca habíamos podido vivir en tanta merecida normalidad. Y eso nos hace salir a festejar, sin dudas.
Lo que lamentablemente también es claro es que en la Argentina la educación, cuando vamos más allá de las consignas políticas que buscan un voto, no es un bien en sí mismo. La educación no es un valor. Desde ya que se la plantea como una necesidad, imagináte qué dirían de nosotros si no...
Pero la educación y, ante todo, la educación en la diversidad es indispensable. Porque las leyes ya existen, pero debemos establecernos como una sociedad instruida, cultivada en el respeto por la diversidad.
Plaza de Mayo repleta: comenzamos a encontrarnos con amigos |
Misticismo lésbico. |
2 comentarios:
yo tb me sorprendi de la falta de cobertura... pero se ve que sin huevazos, sin contramarcha, sin quilombo, no tenemos gracia... en fin
besos para ud y su flia
¡No tenemos gracia! Así es. Demasiado familiares, demasiado normales nos estamos volviendo. Un asco.
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